Isla Cristina ante la Madre de los Rocieros
¡¡Difícil, muy difícil expresar en palabras el cúmulo de sentimientos que los isleños rocieros, encabezados por su Hermandad sintieron cuando ese maravilloso Simpecado del Amor se inclinó, en la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, ante la Patrona de Almonte y el Partorcito Divino!!.
Una Peregrinación que ya comenzó, como desde hace diez años, con la oración el jueves a las puertas de la Casa Hermandad de Isla Cristina ante la salida de los hermanos que lo hacían andando hasta llegar el sábado a Almonte, y que continuaba con la llegada a la Casa Hermandad en la Aldea, el viernes, de todos los enseres, embellecidos si cabe más, para preparar la Capilla en la que quedaría instalado el Simpecado. Un Simpecado que mostraba todo su esplendor tras la restauración realizada por su bordador Manolo Ponce y estrenando su espalda con el símbolo mariano que lo ha enriquecido aún más y que ha sido alabado por todos los hermanos.
La Capilla instalada, superando a anteriores, bajo la dirección de Francisco Ginés, la Junta y hermanos voluntarios y nuestro Hermano Mayor, Emilio Jesús López Maestre, quedó terminada a pocos minutos de que el gran número de hermanos que se han congregado este fin de semana en la Aldea, se acercaran cuando el toque de campana avisó del canto de la Salve, contando el viernes con el Tamborilero Antonio José Dominguez y el cante de Cayetano Pérez de Huelva y la noche del sábado con el el Grupo “Alagarabía” de Almonte.
El tiempo no acompañó para poder vivir esa ansiada convivencia en el Paraje de Gato que se celebra el sábado, pero no hizo que decayera la alegría de encontrarnos para esperar con ansia la llegada del domingo, ya que es, sin duda, la alegría más grande que puede sentir una hermandad cuando llega la hora de acercarse a la Señora.
Y así, amaneció un domingo luminoso y tras el traslado de los enseres hasta Almonte, a las puertas del Chaparral, se preparó esa gran comitiva, a la que no faltó la máxima autoridad de nuestro pueblo,como es el Alcalde Jenaro Orta y la representante del Consejo de Hermandades Chari Hernández, que acompañaron a la Hermandad y a su Hermano Mayor hasta la Iglesia de la Asunción.
El toque de las campanas, anunciaron la hora de entrada de la comitiva en la Iglesia, encabezada por nuestro Tamborilero, acompañado por varios compañeros, que fueron abriendo camino hasta el altar y que sólo se perdió su sonido cuando el Simpecado hizo su entrada y comenzaron esos aplausos que recorrieron cada rincón del templo y que de nuevo comenzaron cuando el el Simpencado saludó a la Virgen del Rocío.
Y se hizo el silencio para escuchar y disfrutar de la Santa Misa celebrada por nuestro Director Espiritual D. Juan Luíz Váquez que, una vez más, con su homilía, nos animó a seguir por la senda del Amor que nos marca Jesucristo y de la mano de su Madre, y también disfrutar de la oración cantada de “La Familia” que marcó lo que siente Isla Cristina por la Virgen del Rocío.
¡Y llegó la Salve!, esa hermosa Salve de la Salve de la Hermandad que terminó con esos VIVAS que el Hermano Mayor hizo llegar hasta el cielo. ¡Qué emoción! ¡Qué difícil expresar con palabras esos momentos; por eso, sólo se pueden explicar con lágrimas, con abrazos, con apretones de manos y con orgullo también!. Porque ese, también, es el sentimiento que a todos los rocieros nos inundó ayer y, especialmente, a la Junta de Gobierno porque va quemando etapas en un año de despedida y al Hermano Mayor por seguir viviendo momentos inolvidables que culminarán con la Romería de Pentecostés.
Desde estas líneas, la Junta de Gobierrno, con su Presidente al frente, Pedro Jesús Álvarez y el Hermano Mayor, Emilio Jesús López Maestre, quieren dar las gracias por todas las muestras de cariño y afecto hacia la Hermandad y por haberles acompañado en este día tan importante: a nuestro Alcalde, al Consejo, a todas las Hermandades de Penitencia y Gloria de nuestro pueblo y Asociación de la Virgen del Rosario, y a todas las Hermandades rocieras. Pero, sobre todo, a todos los hermanos y hermanas de la Hermandad y a todos los isleños, en general, que se acercaron para acompañarnos.
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