19 abril 2024

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Éxito de Manuel Carrasco en el retorno del Universal Music Festival

Éxito de Manuel Carrasco en el retorno del Universal Music Festival

Dos años después de su última edición a causa de la pandemia y en una fecha inusual en su aún corta andadura, Universal Music Festival ha vuelto a llevar la música popular al espacio operístico por antonomasia, el Teatro Real, y lo ha hecho con las canciones y energía sanadora de Manuel Carrasco.

“Volvemos aquí después de unos años y nos hace mucha ilusión, porque lo hacemos para despeinarnos a saco”, ha afirmado él, al recordar que pisó estas tablas por primera vez en 2016, hoy como entonces con las aproximadamente 1.800 butacas llenas pese a los altos precios que caracterizan a este ciclo que ha abierto hoy su sexta entrega.

Carrasco (Isla Cristina, 1981), protagonista de gestas históricas como la de reunir a 45.000 personas en el Estadio Olímpico de la Cartuja de Sevilla y a unas 55.000 más en el Wanda Metropolitano de Madrid, recupera actualmente los conciertos de su exitosísima última gira aplazados por la covid-19, “La cruz del mapa”, pero con una producción renovada bajo el título de “Vivir el momento”.

Así recaló hace solo dos meses en el Wizink Center de esta misma ciudad y volverá a La Cartuja de Sevilla el 11 de junio, pero este nuevo paso por el Real ha permitido disfrutarlo en un formato cercano en el que ya no es fácil escuchar a este onubense que en 2019 se coló entre los artistas que más entradas vendió en el mundo.

“¡El teatro es bonito, pero más bonita es la gente de Madrid!”, ha proclamado al inicio de estas dos horas y media de concierto, convertido sobre todo en una celebración de los casi 20 años de carrera trazados desde su salida de la segunda edición de “Operación Triunfo”.

Ha sido 10 minutos más tarde de las 21 horas previstas inicialmente, ante un gigantesco aspa de leds a la espalda del escenario y bajo los épicos compases del tema que da título a la gira y que se ha convertido en un mantra para la era pospandémica, “Hay que vivir el momento”.

Su animosa melodía ha puesto ya al público en pie, contagiado por un Carrasco con la sonrisa de las ocasiones especiales dibujada en la cara y con su voz impulsada por el acompañamiento de dos guitarras, bajo, batería, piano y sintetizadores para darle a la velada un empaque más atronador de lo que podría esperarse de partida por el repertorio y el recinto.

Lejos de dispersarse, esa energía vívida se ha mantenido con “Tambores de guerra” y “Aprieta”, más himnos que parecen diseñados para tiempos de resistencia y esperanza, una emoción en la que el autor de “No dejes de soñar” se ha convertido en catedrático.

“¡Qué bonito!”, ha irrumpido el público tras esta primera descarga, a la que han seguido cortes como “Los primeros días”, “Mujer de las mil batallas” o “Que nadie”, de las más coreadas, en la que él ha reforzado las cuerdas agarrando también su guitarra.

Cortes tan iniciales pero tan celebrados como “Sabrás” y su sabor andaluz han sonado para el regocijo de los asistentes en un popurrí que ha incluido asimismo “Y ahora”, “Bailar el viento” o “Siendo uno mismo”, con las notas apuradas hasta el quejío en muestra de entrega que ha sido constante, como el sonido claro y limpio de la banda.

Por contraste ha logrado silenciar el patio de butacas cuando, con la guitarra española entre las manos y en solitario, ha tocado “Entiendo”, un necesario refresco basado en la emoción cruda que le ha deparado un enorme aplauso.

En las mismas ha habido tiempo para una versión de “El aire de la calle” de Los Delinqüentes y, en este día especial, otra del “Pasodoble a la madre” de la Comparsa Los Mafiosos, también para “marcarse un Pavarotti” sin amplificación alguna con “Soy afortunado”, reviviendo esos días de niñez en los que este hijo de pescador se arrancaba con fandangos en la cantina de su pueblo.

Con la banda de vuelta y previo paso a los bises han sonado con todo su aparato musical “Te busco en las estrellas”, coloreada con el metal del saxofón, así como las célebres “Ya no”, “No dejes de soñar” y “Yo quiero vivir”, justo antes de entonarle “Mi Madrid” a solas al piano a la ciudad que lo acogió a él y a su sueño en un piso por la calle Hortaleza.

“Todos tenemos ganas de pasar página, pero encontré una razón para cantar esta canción, dedicarla a todos los que nos han ayudado y a todos los que se fueron”, ha explicado después al abordar “Prisión Esperanza”, el único renuncio en una noche ya sin mascarillas al recuerdo de los días recientes de enfermedad e incertidumbre.

El largo segmento final ha arrancado con “Me dijeron de pequeño” y ha seguido con espíritu de “chill out” sazonado con cajón flamenco con temas como “Uno x uno” y “Fue”, su más reciente sencillo y anticipo del nuevo disco que debería ver la luz en este 2022.

“¡Nos vamos a despeinar un poquito más todavía!”, ha avisado Carrasco, que en esta noche además de perder el moldeado se ha dejado una uña y que ha echado el resto con un “Tan solo tú” en la cuerda de El Último de la Fila, la bulería “Será para toda la vida”, “El bar de los pesares” y, por último, “Qué bonito es querer”, poniendo otra cruz en el mapa de sus conciertos para el recuerdo.

La música de Universal Music Festival, que en julio acogerá conciertos de otras estrellas como Iggy Pop, deberá aguardar ahora hasta el 20 de junio para vivir otra de sus grandes veladas, la de Luz Casal junto a la Real Filharmonia de Galicia. EFE

 

 

 

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