En estas fechas veraniegas empiezan las vueltas ciclistas. Ya llevan tiempo corriendo en vueltas pequeñitas y diferentes competiciones, y en este momento están corriendo LA VUELTA.
Pero el ciclismo tiene una cosa y es que no entiendo a sus aficionados.
Y no, no me refiero a ese sufrido aficionado que se puede tirar horas viendo una etapa del Tour que parece interminable, sino a aquellos aficionados, o no, que se acercan a la carretera a ver pasar a sus ídolos. Son tan eufóricos y tan tontos en algunos casos que son capaces de tirar al ciclista en su afán por animar.
Yo si fuese ciclista me desconcentraría a la mínima, se meten en medio de la carretera, con banderas, con pitos, incluso los más atrevidos les tocan el culo a los ciclistas. ¿Pero esto que es? ¿Acoso en las carreteras? ¿Dónde se han creido que están? ¿En el club Loli pero con tios embutidos en mallas?
Se han dado casos de ciclistas que después de ser embestidos por alguno de estos animales de la carretera se han puesto a pegarse con el energumeno en cuestión. No es cuestión de llegar a las manos, pero no hay que quitarles cierta razón a esos ciclistas que llevan kilómetros pedaleando, con todos los músculos acalambrados para que venga un pringao y les fastidie la etapa o la carrera entera.
De todas formas, lo que me parece increible es que haya gente capaz de estarse horas viendo una etapa de ciclismo, sobretodo esas que van toda la etapa en pelotón y se deciden al sprint. ¡Si con ver los últimos 5 minutos ya has visto lo mejor! Y es una mezcla de sadismo y disfrute del dolor ajeno el ver a esos ciclistas sudando y desgañitandose por subir una pendiente bestial que nadie en su sano juicio subiría en bici habiendo coches, motos y demás…
Aunque, todo hay que decirlo, el ciclismo es un deporte admirable por cómo se dejan la piel los deportistas que lo practican y por lo duro que es. Así que ánimo a esos ciclistas que no se ayudan de dopaje para aguantar esas etapas brutales.
Goyo Gonzalez, Septiembre 2.016
