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Nota de prensa de Julia Paloma Hergueta Sánchez, sobre el cese como gerente del HIE de Huelva

Después de casi un año callada (algo que requiere la responsabilidad de un cargo institucional, que no tiene la libertad de expresión de un ciudadano normal), soportando, no ya las lógicas críticas que conlleva un puesto de responsabilidad, sino graves ataques a mi imagen, mi profesionalidad, mi integridad y mi honor. Sufriendo incluso amenazas contra mí y mi familia (que tendrán su oportuna respuesta en los juzgados), libre ya de dichas cargas y atendiendo a mi ser natural de responder SIEMPRE, envío la presente carta a los medios y los ciudadanos de Huelva.

Tras liderar durante varios años el movimiento ciudadano y la asociación “Huelva por una sanidad Digna”, que consiguió congregar las 5 manifestaciones más multitudinarias de la provincia, se me ofreció ser gerente del hospital Infanta Elena, el hospital donde había trabajado toda la vida. Este nombramiento no gustó a algunos que lo calificaron de “regalo” y, desde luego, si fue regalo lo fue un poco envenenado, puesto que supuso una gran responsabilidad, un ingente trabajo, una importante pérdida económica y un sacrificio familiar y personal enorme.

No necesitaba, ese regalo, ese “sillón” que además truncaba muchos de mis proyectos vitales. Era vicepresidenta del Colegio de médicos de Huelva, tesorera del Sindicato médico, tenía plaza en propiedad como dermatóloga en el hospital Infanta Elena, era Vocal de la Comisión Nacional de Dermatología, tenía consulta privada, en una palabra, no sólo no llegaba desnuda, sino que dejaba mucho en el camino de este cambio.

Muchos se preguntarán o se habrán preguntado, entonces ¿por qué lo hice? pues por coherencia y responsabilidad. Si llevaba años denunciando la situación de la sanidad onubense y pidiendo su mejora, no podía (o así lo entendí yo) negarme cuando se me ofrecía la oportunidad de hacerlo.

Ya en ese momento se me atacó, la maquinaria del odio y la venganza, se puso en marcha, en realidad ya estaba desde que se ininció el movimiento y no ha parado ni siquiera ahora. Que si solo quería el sillón (ya he dicho que tenía varios), que si todas las movilizaciones habían sido sólo para conseguir un puesto, decían los que habían perdido sus sillones conseguidos, por cierto, con bastante menos esfuerzo y, por desgracia, hubo gente de buena voluntad que al no recibir respuesta por mi parte, incluso les creyó.

Como digo fue para mi una encrucijada. Tendré muchos defectos pero lo que ni he sido, ni voy a ser, es cobarde, y elegí lo que “mejor me sentaba”, continuar la lucha desde dentro. Esta decisión me ocasionó un enfrentamiento con algunos de los que luchaban desde fuera, que no entendieron que atacar un problema por varios flancos es mucho mejor que por uno sólo.

En este año de trabajo lo he hecho lo mejor que he sabido y podido. No sólo yo, que hubiera sido imposible, sino contando con el apoyo inestimable de muchos, de dentro y de fuera del hospital, y a pesar de una oposición feroz, desde el minuto cero, de otros muchos, más interesados en destruir, persona y proyecto, que en construir una nueva sanidad en nuestra provincia.

Mi cese no ha sido por mi gestión por el coronavirus, como se ha publicado (ahí están los resultados hasta ahora), ni siquiera por el intento de cambio de turno a la enfermería de algunos servicios (que si ha sido la excusa y el detonante). Ha sido la POLITIZACIÓN de una reivindicación laboral, el resultado final de una orquestada campaña de mentiras que han buscado, en un momento tan crítico como el que estamos, alarmar a la población en contra de mi gestión como forma de llegar hasta la gestión de los responsables del gobierno de la Junta de Andalucía que me nombraron. Una campaña que defendía intereses muy particulares, que ni siquiera eran los del pequeño número de trabajadores afectados.

Me resulta totalmente incomprensible que en una situación como la que estamos viviendo, con la que está cayendo, en un Estado de Alarma, con los sacrificios que TODOS los españoles estamos haciendo (reclusión en hogares, escuelas, universidades, residencias de mayores, negocios y empresas cerrados, ERTES, algunos incluso sufriendo ya el paro), con un cambio radical en las vidas, y en las condiciones de trabajo de TODOS, se forme un revuelo tan radical y agresivo, por algo tan simple como un cambio de turno TEMPORAL en tres servicios (urgencias medicina interna y UCI) los que van a estar más afectados por la avalancha de pacientes graves, si no es porque hay algo más detrás.

Lo único que se pretendía con este cambio era la mejor y más segura atención a los pacientes y esto es fácil de entender para cualquiera y fácil también la respuesta a sus argumentos ¿Que prefiere un paciente, ser atendido por alguien que lleve 12 horas trabajando o por alguien que lleve 7h? ¿Si se tienen que trabajar 35 horas a la semana con enfermos la exposición al virus ¿No es la misma sean los turnos los que sean? ¿Por qué decían que se exponían más? ¿No son más fáciles los errores y los accidentes de seguridad cuantas más horas seguidas se trabaja? ¿No han pedido esta medida trabajadores de otras CCAA? ¿No tienen muchos hospitales andaluces las 7 horas para todos y de manera ordinaria? ¿Por qué esa virulencia en defender el cuadrante con las 12 horas, qué hay detrás? ¿Esta no es una situación excepcional donde todos sufrimos medidas excepcionales? ¿Era tan grande tan descabellado el sacrificio que se pedía, cuando en Estado de Alerta faculta hasta el traslado de los sanitarios a trabajar a otra provincia? Los organizadores de las protestas habidas (no espontáneas por cierto) con una declaración de Estado de Alarma en el país, que además faculta a realizar esos cambios (Orden SND/232/2020 del 15 de marzo de 2020, en su artículo 10 apartado 4) pisaron la línea roja incluso de lo delictivo.

Vuelvo a mi vida anterior, orgullosa del trabajo realizado y con la cabeza alta. Agradecida a mi equipo directivo y secretarias, a los jefes clínicos y a todos los profesionales de TODAS las categorías (Facultativos, enfermeros, auxiliares, celadores, limpiadoras, personal de mantenimiento, electromedicina, administrativos, atención a la ciudadanía…) que han trabajado como leones y arriesgado su prestigio, exponiéndose a las críticas, por luchar por este proyecto.

Creo sinceramente que con mi trabajo he ayudado a mejorar la maltrecha sanidad onubense y sus listas de espera (consiguiendo que entren en plazos de decretos de garantías casi todas las especialidades quirúrgicas). Hemos planeado y organizado la desfusión (a pesar de la oposición de muchos de los que decían defenderla), puesto en marcha el plan de crónicos pluripatológicos, abierto la unidad del dolor y las nuevas salas de fisioterapia, de pruebas funcionales respiratorias y de radiología digital, implantado la telehematología, la telefarmacia, abierto nuevas consultas, asumido el cribado del cáncer de colon de nuestra área, dotado al quirófano de una nueva torre de laparoscopia, buscado especialistas y EPIs (equipos de protección individual) hasta debajo de las piedras y, últimamente, preparado el hospital para que podamos enfrentar esta epidemia de la mejor manera posible (protocolos de actuación, de protección, formación en prevención, etc.). Se ha modificado la atención en consultas (teleconsultas), fomentado el teletrabajo, adecuado la actividad quirúrgica para tener liberadas y disponibles (que no cerradas como se ha dicho) la mayor cantidad de camas posibles para aislar a estos pacientes, abierto nuevos espacios destinados a atender pacientes críticos (2 UCI más), organizado un circuito de urgencias independiente para el coronavirus, etc.)

Mi única pena es no haber podido acabar los proyectos en marcha, como la desfusión, cuando ya, por fin, estaba planeada y definida, y cuya ejecución ha quedado paralizada por esta epidemia terrible que nos asola. Espero que cuando salgamos de ella, algo que es ahora mucho más importante, todo se culmine, al igual que la renovación de todos los obsoletos aparatos de electromedicina del centro, la reubicación de la farmacia y de la cafetería, la ampliación del servicio de rayos, la digitalización del archivo de historias clínicas, el arreglo de las plantas para acoger a los enfermos después de la defusión, la renovación de las televisiones del centro, la nueva sala de espera para familiares de pacientes de UCI, la automatización de la dispensación de uniformes, etc.

A pesar de que es costumbre hacer leña del árbol caído y de que algunos continúan en haciéndolo en las redes sociales (una muestra más de que la intención de fondo era y es “la muerte social de Hergueta”), estoy francamente feliz, porque he recibido el apoyo privado de cientos de personas, ciudadanos y sanitarios, incluso de enfermeros y auxiliares de enfermería (aunque parezca otra cosa los que han montado todo este espectáculo no representan a todo el colectivo ni mucho menos) que más o menos contentos con el cambio de turno entendían que por responsabilidad en estos momentos debían acatarlo. Mi móvil no ha parado sonar desde el lunes. Os agradezco infinito el cariño y la preocupación por mi estado. Estoy bien. Soy fuerte. La lucha de estos años me ha “entrenado” y entiendo que vuestro apoyo haya sido privado y no publico por el temor a sufrir el acoso del que yo he sido víctima por defender lo que entendía más razonable.

A pesar de lo ocurrido no quiero que la población se alarme y debo destacar la profesionalidad de la gran mayoría del colectivo. No quiero que los odios de unos y los intereses de otros (muchos de ellos ajenos incluso al centro y a la provincia), que buscaban notoriedad y venganza, empañe el trabajo y el esfuerzo de todos los trabajadores del hospital Infanta Elena.

Aunque he recibido hasta amenazas personales de todo tipo, injustificables por un cambio de turno (incluso han amenazado a mi familia), cualquiera que me conozca sabría que no iba a dimitir. No iba a a dejar ni a mis compañeros sanitarios ni a los ciudadanos en la estacada, en la situación de la mayor crisis sanitaria mundial conocida. Nunca habría cometido semejante cobardía e irresponsabilidad.

¿Me equivoque en algo? sí, nunca se acierta en todo, pero no en esta medida que sigo creyendo necesaria para intentar evitar la situación de estrés y agotamiento de los profesionales, los posibles errores por agotamiento y las escenas dolorosas que están sufriendo compañeros sanitarios de otras ciudades como Madrid, y sigo pensando que era la mejor decisión para que no se reprodujesen en el hospital Infanta Elena. Me equivoqué por confiar en personas que me traicionaron, pensando que todos buscábamos lo mejor para los pacientes. Poco a poco, y con la oportuna reflexión, todo saldrá a la luz: los trasfondos, los implicados, los cómplices, sus intereses, el uso del miedo a la enfermedad, la manipulación de los trabajadores, etc. Callo ahora por responsabilidad, creo que este no es el momento. Ya llegará.

Por desgracia, ocultos en las protestas de los trabajadores, en un momento de gran angustia y sensibilidad de los ciudadanos, algunos, sin importarles la repercusión sanitaria, han aprovechado para, con mentiras, organizar un motín político que, quitándome de en medio, afiance sus corruptelas e intereses.

No me duele irme. Estos puestos son así y tengo donde volver. Me duele no haber acabado un proyecto y sobre todo los ataques a mi honorabilidad

además, he aprendido muchas cosas, por ejemplo, a no confiar en que a todos no guía la buena voluntad, que el silencio nunca es bueno, porque la mentira de otros ocupa todo el lugar, que es mejor que no nos callemos NUNCA

Sinceramente, le deseo suerte al nuevo gerente y espero y deseo que con su voluntad, y más suerte que yo, pueda llevar adelante el proyecto que traiga todo lo necesario para la aumentar la calidad de sanidad onubense. Lo digo de verdad. De corazón.

No pretendo con estas declaraciones calentar el ambiente en esta situación, sino que se que conozca una parte de la historia que no es la que se ha contado y, por supuesto, defender mi honor. En el ejercicio de responsabilidad que ha regido toda mi trayectoria profesional y personal lo dejo aquí por ahora. En el futuro hablaré más, y que nadie dude, esto no hará que deje de seguir luchando por lo que creo.

Y a los onubenses no dudéis que, aunque no indemnes, saldremos de esta. Los sanitarios harán todo los posible y por favor haced vuestra parte: quedaos en casa.

 

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